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Alimentar nuestras defensas en tiempos de coronavirus

fortalecer el sistema inmunitario

Como prevenir los virus:

En los últimos meses ha aparecido un nuevo agente patógeno que ha provocado un efecto sobre la salud de muchas personas y sobre el estilo de vida de prácticamente todos. Se trata del COVID-19 o también conocido como coronavirus. Como todos los virus, son difíciles de eliminar y no hay un fármaco efectivo para todos ellos, pero para combatirlos disponemos de nuestro sistema defensivo, el sistema inmunitario.

En primer lugar, nuestro organismo dispone de mecanismos y barreras para prevenir la entrada del virus.

  • Por una parte, disponemos de barreras físicas (como la piel o el recubrimiento gastrointestinal) que impiden el acceso del virus a nuestro interior.
  • Por otra parte, estas superficies se encuentran recubiertas de substancias químicas que también participan de esta función (como el sebo cutáneo, el moco o el ácido del estómago).
  • Además, estas barreras incorporan un tercer elemento defensivo: el conjunto de microorganismos que conviven con nosotros (microbiota) y que también colabora en evitar la entrada del agente infeccioso al interior del individuo. La microbiota, se encuentra en todas las superficies que recubren nuestras barreras y por tanto, está presente en la piel, y en las mucosas del intestino, las respiratorias, o del tracto genito-urinario, etc.

El adecuado funcionamiento de estas barreras es básico para prevenir la infección de cualquier patógeno, incluidos los virus. Sin embargo, alguno de ellos pueden acabar abriéndose paso y conseguir traspasarlas.

 

Mecanismos de defensa frente a los virus

Si finalmente esto sucede, tenemos más herramientas defensivas que actúan de una manera activa. Por una parte, disponemos de mecanismos rápidos de defensa (lo que se conoce como respuesta innata) que implica la activación de células fagocíticas y células NK o Natural Killer, entre otros. Estas defensas tienen como objetivo aislar y eliminar al agente infeccioso, de forma rápida e independiente del tipo específico de miocroorganismo. Es decir, no saben exactamente quien genera el peligro, pero saben que no es una de nuestras células y deben actuar rápido antes de que ganen más terreno, ¡es importante!

En el transcurso de las acciones defensivas anteriores, se inicia otro tipo de respuesta, más precisa y efectiva (respuesta adaptativa), que requiere un reconocimiento específico del agente infeccioso y por tanto se trata de un proceso más elaborado y por lo tanto requiere de más tiempo. Es en esta dónde aparecen nuestras células defensivas clave, los linfocitos T y B, cuyo objetivo es poner en marcha mecanismos de destrucción a medida dirigidos contra el agente infeccioso particular; lo que en estos días sería el coronavirus. Los linfocitos T son capaces de organizar al resto de linfocitos y de destruir células infectadas por el virus; y los linfocitos B son los responsables de la producción de los anticuerpos, que son específicos para cada agente agresor. Estos anticuerpos, se unirán específicamente al virus, lo bloquearán e impedirán que pueda seguir multiplicándose e infectando. Los virus envueltos por los anticuerpos serán fáciles de eliminar por células fagocíticas de nuestro organismo como los macrófagos o neutrófilos.

Es muy importante destacar que esta capacidad de fabricar anticuerpos no es puntual, sino que genera el fenómeno de memoria inmunológica, es decir, una vez que hemos aprendido como fabricar anticuerpos efectivos contra el virus, en este caso contra el coronavirus, lo recordaremos para contactos futuros, hecho que nos permitirá actuar de forma más rápida en una segunda infección.

¿Cómo fortalecer el sistema inmunitario?

Al igual que todas las funciones del individuo, el sistema inmunitario necesita materias primas para realizar su cometido. Por ejemplo, el organismo necesita proteínas para fabricar anticuerpos, grasas para construir las membranas de los linfocitos, azúcares como fuente energética, vitaminas y minerales para permitir su actividad defensiva, etc. Además, las barreras están en continua renovación, por lo que necesitan un continuo aporte de nutrientes para su reconstrucción.

Así, lo importante de una dieta es que sea variada y equilibrada para mantener el funcionamiento correcto de los diferentes sistemas del organismo. La dieta mediterránea es un buen ejemplo de dieta equilibrada, rica en legumbres, frutas y verduras frescas, pescado, carne y ácidos grasos saludables como el aceite de oliva, capaces de aportar los diferentes componentes necesarios para nuestro organismo, y en concreto para nuestro sistema inmunitario.

Diferentes aproximaciones científicas han demostrado que el consumo de componentes nutricionales antioxidantes (p.ej. vitamina C y E) o relacionados con el equilibrio oxidativo del organismo (p.ej. minerales como el Zn), entre otros, ayudan al sistema inmunitario a funcionar correctamente y mejorar su capacidad defensiva frente a infecciones.

Asimismo, también son de interés dietas que promuevan una microbiota saludable, ya que no sólo reforzarán este tipo de barrera sino que ayudarán a mejorar la respuesta inmunitaria. Así, una dieta con alimentos ricos en fibra, que incluya verduras y legumbres, pero también frutas, cereales y frutos secos, promoverá el crecimiento de aquellas bacterias de nuestra microbiota que mejor pueden ejercer estas funciones.

La ingesta de probióticos, microorganismos que podemos incorporar de forma exógena, también ha demostrado la mejora de la respuesta inmunitaria y por tanto la defensa frente a infecciones. Los efectos de los probióticos son cepa-dependientes y por tanto no todos serán útiles para esta función, pero algunos de ellos presentan evidencias científicas suficientes de esta capacidad.

La Sociedad Internacional de Inmunonutrición (ISIN) ha publicado en su web una declaración en esta misma línea en la que se plantea como principal sugerencia una alimentación variada y equilibrada, rica en frutas y verduras -ricas en antioxidantes- para promover un buen funcionamiento inmunitario.

Así, aunque no se ha llevado a cabo ningún estudio aún sobre la relación entre lo que comemos y prevención frente a la infección por COVID-19, estudios realizados en otros procesos infecciosos, incluidos aquellos provocados por virus respiratorios, sí que muestran la influencia positiva de vitaminas, minerales y probióticos. Es por ello que, en cualquier caso, el consejo dietético de ingerir estos componentes, en el contexto de una dieta variada y equilibrada, es una elección acertada.

 

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